Mi historia en San Juan de Dios: 40 años de entrega y aprendizaje

Me llamo Inmaculada Gonzalez Malledo, aunque todo el mundo me conoce por Conchi y llevo 40 años trabajando en San Juan de Dios.

Oí hablar por primera vez de San Juan de Dios a mi tía Manuela, que en aquel entonces trabajaba como telefonista en la centralita del Hospital. Gracias a ella, conocí a la Hermana Rosario, quien me entrevistó y me abrió las puertas a mi primer trabajo en el hospital: el servicio de limpieza, donde estuve durante siete años.

El día de mi boda, uno de los días más especiales de mi vida, vine de visita al hospital a petición de los Hermanos. Casualmente, ese mismo día se incorporaba el Hermano Salustiano, a quien conocí a su llegada y de quien guardo un entrañable recuerdo.

Motivada por mi deseo de seguir creciendo, estudié y obtuve el título de auxiliar de enfermería. Inmediatamente después, comencé a trabajar en la recién inaugurada planta de traumatología. Allí, tuve la suerte de contar con Magaly como compañera y maestra. Su paciencia y dedicación me guiaron en esta etapa de intenso aprendizaje y buenos momentos.

En un sorteo que se organizaba en aquel entonces entre los profesionales, gané un viaje a Roma, junto a la Hermana Cruz, el Hermano José Luis y mi compañera Victoria de Quirófano viví una experiencia maravillosa

Mi afición por el canto también hizo que me incorporara al coro de San Juan de Dios, donde compartí muy buenos momentos con los demás compañeros y compañeras.

Durante un tiempo estuve de auxiliar de enfermería en la planta de digestivo, donde tuve el placer de trabajar con el Dr. Andrés Soler, a quien le tengo un gran afecto.

Posteriormente, me trasladé a consultas externas, junto a mis compañeras Gloria y Nelly en el Servicio de Endoscopias, y junto al equipo de la Dra. Loreto Roselló, Angela, Miriam e Isabel en el Servicio de Cardiología. Su profesionalidad y compañerismo fueron invaluables para mi desarrollo profesional.

Un viaje a Granada, la cuna de San Juan de Dios, me permitió profundizar en la vida y obra de nuestro fundador, reforzando mi compromiso con la misión de la Orden Hospitalaria.

A lo largo de estos 40 años, he vivido momentos entrañables, un sinfín de aprendizajes, tanto en el ámbito técnico como en el humano. He conocido personas maravillosas, tengo muy buenas amistades aquí dentro.

En la balanza de mi vida, la experiencia en San Juan de Dios pesa con creces en el lado positivo. Me siento orgullosa de formar parte de esta gran Familia Hospitalaria y estoy agradecida por la oportunidad de haber dedicado mi vida a una labor tan noble como la de cuidar a las personas.

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