35 años compartiendo misión con los Hermanos de San Juan de Dios

Me llamo Francisco Ossorio, y llevo 35 años trabajando en San Juan de Dios.

Mis inicios en esta institución, con tan solo 19 años, no fueron diferentes a los de cualquier persona que comienza su vida laboral. Sin embargo, lo que comenzó como un simple trabajo, se convirtió en un viaje de crecimiento personal y profesional profundamente significativo.

El primer contrato fue como mozo de clínica, o así lo llamaba en aquel entonces. Así me contratan, pues aún no tenía el título oficial de auxiliar de enfermería y que posteriormente obtuve, a la vez que seguía trabajando en la casa. Adquirí experiencia en distintos servicios y departamentos: desde hospitalización, pasando por quirófano y rehabilitación, hasta la actualidad en el Servicio de Admisión, donde hoy, desempeño mis funciones.

Enfocándolo de esta manera, parece el inicio de cualquiera, en un hospital cualquiera y en cualquier sitio del mundo. No… Detrás de todo esto iban naciendo en mí, otros sentimientos hacia esta casa, que se hacían extensible a toda la Orden. Se estaba convirtiendo en MI CASA.

Mientras trabajaba y me movía por estos pasillos, me fui dando cuenta, que el azar me había hecho aterrizar en un lugar diferente a los demás. Con una filosofía propia y singular. Tuve la suerte, de conocer esta Orden, de la mano de un Hermano de San Juan de Dios, que no solo influyó en mi vida laboral, aprendiendo, como se suele decir “Haciendo las cosas a la manera de San Juan de Dios”. Sino que también fue pieza clave en mi vida personal. Le estoy eternamente agradecido, pues de él obtuve escucha y concejo, sin los que mi vida no hubiera sido la que es hoy.

En aquella época las comunidades de Hermanos eran más numerosas, que, en la actualidad, pues los veíamos por todos los pasillos del Hospital. Por eso desde el principio conocí la figura de los Hermanos: Figura que pese a lo complejo que pudiera llegar a ser sus funciones en la casa, siempre trasmiten austeridad, humildad y sencillez.

Mi afición a la música hizo también que me incorporara al coro de San Juan de Dios, donde compartí muy buenos momentos con los demás compañeros y compañeras.

Sin duda uno de los momentos más emotivos fue cuando el padre Murillo nos casó en la Capilla del Hospital. La ceremonia fue realmente conmovedora, con esa hermosa capilla como testigo de nuestro compromiso.

Estos valores siguen siendo un faro que guía mi camino, incluso en un mundo donde las inquietudes y prioridades han cambiado e hicieron despertar en mí, un sentimiento de respeto incondicional, hacia los Hermanos de San Juan de Dios.

Si bien los tiempos han cambiado, la luz que me guio durante mi trayectoria en la Orden sigue siendo relevante. Aunque sea difícil replicar mi experiencia, espero que mi historia inspire a otros a encontrar significado y propósito en su trabajo, y a cultivar un amor por la Institución similar al que yo he sentido.

Dedicación y compromiso en la Casa de Tenerife

Actualmente, me encuentro en la Casa de Tenerife, donde desempeño mis labores con dedicación en el servicio de admisión. Mi principal enfoque es brindar una atención hospitalaria y cálida a cada persona que acude a nuestro centro, buscando satisfacer sus necesidades y ofrecerles el apoyo que requieren.

Adicionalmente, desde hace algunos años, tengo el honor de formar parte como referente en un proyecto provincial denominado «Misión Compartida». Este proyecto busca crear un espacio donde Laicos y Hermanos podamos colaborar y unir esfuerzos para llevar a cabo la misión de San Juan de Dios. Me llena de entusiasmo la posibilidad de desarrollar este proyecto en nuestra casa de Tenerife y estoy segura de que será una iniciativa fructífera que fortalecerá nuestra labor y nos permitirá alcanzar a más personas que necesitan ayuda.

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